Málaga es mar, pero también smart city
Las ciudades han crecido porque hay muchas razones para residir en ellas y porque el aumento de la esperanza de vida contribuye a que así sea. El incremento de personas unido a una mayor tasa de envejecimiento y a que somos más exigentes requieren mejores servicios.
Los servicios y el estado de nuestras ciudades han mejorado mucho en los últimos años y aunque a ello podamos ponerle peros,…, el último sería… pero están ahí!, son una realidad que necesitamos mantener y seguir mejorando.
Los recursos crecen a un ritmo muy inferior a las necesidades. La crisis, sin duda injusta para todos, obliga a mudar los patrones de actuación, adoptar decisiones diferentes, hacer las cosas de otra manera, acabar con los paradigmas del pasado, aplicar más inteligencia, procurar las mejores prácticas, mejorar la gestión, adoptar decisiones acertadas, invertir bien y tener mucha suerte.
Lo anterior justifica el impulso que se persigue tras el término SMART CITY como fórmula para, además, buscar nuevos potenciales de desarrollo a través de la innovación, mediante el apoyo científico/tecnológico actual, sin duda arrollador y necesario para un progreso sostenible.
La ciudad de Málaga está en la vanguardia de las ciudades SMART. Desde el año 2004 ha sido pionera en la forma de gestionar la conservación de espacios y elementos urbanos que ha reportado incuestionables beneficios. La empresa municipal de transporte ha incorporado importantes innovaciones, igual ha sucedido con Emasa y en la actualidad la imagen SMART se acrecienta por la búsqueda de innovación en equipamientos y métodos para la más eficiente gestión de la energía y el medioambiente.
Es indiscutible que la innovación es un motor de crecimiento y es una suerte que el avance tecnológico esté teniendo lugar en los años que más falta hace, ya que deberemos enfrentarnos a un futuro extremadamente exigente. Pero para alcanzar estos éxitos, en las instituciones como en las empresas, no basta con aplicar tecnología, no basta con comprarla, aunque ofrezcan posibilidades casi ilimitadas, existen otras limitaciones que son inmensas y provienen siempre de las deficiencias de nuestros conceptos sobre su aplicación, las limitaciones las llevamos nosotros dentro, quienes facilitan productos y servicios sean o no tecnológicos y quienes los adquieren.
Y no se superan solo leyendo, se superan con experiencia, reflexión y comunicación, con personas de amplia perspectiva, visión a largo plazo, completo conocimiento de su trabajo, capacidad para decidir, generosidad para compartir y voluntad de hacer. En el caso de la Administración Pública, además, personas que procuren la participación y el apoyo ciudadano y pongan a éste en el centro de sus objetivos. Tanto en las instituciones como en las empresas, para el éxito de cualquier proyecto, es fundamental el impulso decidido de quién encarna la máxima responsabilidad.
Considerando que las posibilidades tecnológicas son superiores a las limitaciones, para abordar una estrategia de desarrollo que es dependiente de las capacidades de los actores, hay que asegurar que se cuentan con ellas, bien internamente o a través de apoyos externos.
En el proyecto de conservación urbana que emprendimos en 2004 junto con el Ayuntamiento de Málaga, se contaba con ese impulso que permanece en la actualidad y con las personas de la administración que encarnan los valores y fortalezas antes mencionadas en la búsqueda de más seguridad, calidad y belleza para la Ciudad.
Por tanto la tendencia de crecimiento, la necesidad de mejorar, la situación de la economía, la rápida evolución tecnológica, las alteraciones de comportamiento y patrones ciudadanos y las capacidades profesionales de las que disponemos, implican y permiten profundizar y aprender de las experiencias y promover y estimular nuevas ideas como SMART CITY que van en la dirección de lo que parece conveniente para el futuro.
De acuerdo con el actual convenio por el que una ciudad se califica como SMART y atendiendo a lo antes expuesto, obviamente “MÁLAGA sMARt”.
Artículo incluido en la Revista Vida Económica Málaga es mar, pero también smart (pdf)